Esteban Ostojich, de las calles de San José a vivir por dentro nada más ni nada menos que la final de la Copa Libertadores entre River y Boca en el Santiago Bernabéu, Madrid.
Con sus jóvenes 36 años, su apellido ya es conocido fuera de fronteras y su potencial también: Ostojich y una carrera ascendente en el mundo del arbitraje. Aquel bolsito que llevaba a sus primeros partidos, cargado de ilusiones, hoy va con certezas y otros sueños por cumplir.
En esta oportunidad fue designado para ser el árbitro VAR y allí fue, a Madrid, junto al equipo de árbitros uruguayos al lugar donde el planeta futbolero (y no tanto) tenía fijada la mirada.
Un café, un refresco y una charla amena que nos traslada y nos enriquece con una perspectiva distinta.
Ya el hecho de ser designado en la primera oportunidad, cuando tuvieron que ir a Bs As, era ir a una final Boca – River inédita, un hecho histórico.
–Tal cual, una vez que cayó la designación fue una alegría inmensa. Fue la frutillita de la torta, porque hicimos una gran Copa Libertadores. Hablo en plural porque es la terna uruguaya, donde se formó un equipo uruguayo fuerte, estando en instancias decisivas, como Cruzeiro – Boca, las dos semifinales entre River y Gremio, culminando con ese premio en la final de la Libertadores con un clásico rioplatense entre River y Boca, uno de los clásicos más importantes a nivel mundial. Sensacional.
Y más allá de lo que ha sido el recorrido de ese equipo arbitral este año, es también un premio a muchos años de carrera. Porque de repente nosotros, la gente, empieza a ver a algunos árbitros como «nuevos», pero en realidad hay un trabajo de años atrás…
-Estamos hablando que me recibo de árbitro en 2004, una época difícil. Son 14 años de árbitro. Empezás en divisiones juveniles, después pasás a primera división y estás en un partido televisado donde la gente empieza a conocerte, pero es tal cual: esto no es de un día para el otro, son 14 años de entrenamiento, de actualización de reglas de juego con la tecnología que ha llegado para quedarse, donde árbitros, jugadores e incluso periodistas tienen que adaptarse.
Cuando arrancaste, además de los sueños que naturalmente todos tenemos, ¿imaginaste que ibas a arbitrar clásicos uruguayos, partidos trascendentes en copas internacionales, que ibas a estar en una final Boca – River?
-Mirá, obviamente que tenemos sueños y me acuerdo de cuando uno era joven y miraba los clásicos por televisión con amigos, familia. Destinabas un día entero a ese partido. Y cuando arrancás con el arbitraje y te preguntan, querés hacer un clásico, un Peñarol – Nacional, Nacional – Peñarol, y un River – Boca capaz que ni lo imaginabas pero cuando comenzás la carrera de árbitro empezás a ver lo difícil que es. Que el filtro es cada vez menor, que ya es complicado llegar a primera división, las exigencias físicas, exigencias en todo sentido, sumándole un poco que estando acá en el interior es más difícil porque también hay que estar en los entrenamientos, reuniones, entre otras cosas. Son muchos aspectos que hacen al árbitro, no sólo entrar a la cancha y tomar buenas decisiones. Hasta en ese entrenamiento silencioso que nadie ve, que a la larga trae sus frutos.
Cuando comencé, pensar que iba a estar en una final como esta entre River y Boca no la tenía ni en mi visión más optimista.
Y viajando directamente a esa final, la revancha. Viajamos directo a Bs As a una final muy particular, porque comienza a disputarse en Argentina y termina desarrollándose en España, nada más ni nada menos que en Madrid, en el Bernabéu…
-Increíble, increíble. Para hacer una película. La final estaba pactada para el 24 de noviembre, se posterga para el día posterior y luego se determina para jugarla el 9 de diciembre. Nuestra designación de la terna se oficializó el día 14 de noviembre, estuvimos casi un mes con la cabeza en ese partido.
Y el primer viaje, que fue a Bs As, en este entorno de finalísima, considerada por muchos una final intergaláctica prácticamente, ¿cómo vivieron ese clima las horas previas al partido?
-Conmebol decidió que viajemos a Asunción (Paraguay), así que estuvimos desde el miércoles ahí y viajamos en la noche del jueves a Bs. As. para la final que se disputaría el sábado. Había un clima tenso en las calles, el argentino y uruguayo vive el fútbol de forma particular, se vive de otra manera que el resto del planeta. Era difícil salir del hotel, ir a tomar un café, lo que fuera, así que evitamos salir a la calle. La prensa argentina estaba las 24 hrs hablando del partido, de lo que se venía, por todos lados se vivía con mucha ansiedad.
Es otro desafío trata de ponerle una burbuja a todo eso…
-Exacto. Primero no deja de ser un partido de fútbol, porque es así, y una final de la Libertadores como se han jugado tantas, pero tenía el condimento de ser un clásico.
Pero uno intentaba aislarse lo máximo posible, mirar la televisión lo mínimo, visitar las redes sociales lo menos posible, o sea, había que estar tranquilos y no perder la concentración. Pero era difícil, todos respiraban ese partido, hasta los huéspedes y los mozos del hotel hacían comentarios al respecto.
Uno se imagina a esos uruguayos con el termo y el mate, con un perfil quizá un poco más bajo que el argentino. En contraste, esa exacerbación de los argentinos… toda una experiencia a nivel personal.
-Increíble. Los hinchas se hacían sentir y uno formando esa caparazón que también te hace crecer y madurar en lo humano, en lo profesional. En este mes, luego de la designación, con las experiencias compartidas crecimos muchísimo. Por suerte el trabajo arbitral salió muy bien, crecimos y ganamos mucha experiencia por todo lo que vivimos. La concentración, la madurez y la tranquilidad, en el cual el líder del equipo, Andrés (Cunha) manejó todas las situaciones con una tranquilidad que uno lo miraba y lo transmitía al resto del equipo. Uno debe aprender de todo eso.
Haciendo un paréntesis, hoy tenés 36 años y ya tenés este recorrido, aún te quedan 10 años de carrera…
-Sí, además sumándole que los tres que estaban en cancha, Andrés Cunha, Nicolás Tarán, Mauricio Espinosa, venían de hacer Bélgica – Francia, la semifinal del mundo. Nosotros convivimos con ellos un mes, muchos días juntos, el día a día, vivimos instancias decisivas. En esta situación uno trata de ser lo más esponja posible y absorber, escuchar mucho, escuchar mucho y escuchar mucho. Porque a esa gente nadie le regaló nada. Uno intenta seguir los pasos de ellos, escuchar, tener sus consejos… y la verdad es que lo que he ganado con esta designación es brillante.
Ahora, contame algo: en el momento que estás ahí, en el estadio de Núñez con miles y miles de hinchas que están esperando en la tribuna y de repente llega la bomba, la noticia que fue apedreado el ómnibus de Boca y hay que esperar a ver qué pasa. ¿Cómo se maneja?
-Tuvimos una charla con los compañeros en vestuario. La parte donde están los árbitros VAR se llama VOR (Video Operation Room), este VOR es una sala adaptada para hacer la parte del VAR y en el estadio estaba cruzando la cancha. O sea, había que cruzar por el medio de la cancha. Así que nos despedimos de nuestros compañeros y, faltando 1 hora y 40 minutos, nos fuimos al VOR, a sincronizar las cámaras, ver qué ángulos son los mejores para cada jugada.
Ya faltando 40 minutos para el comienzo del partido, nosotros aislados sin señal en el celular y sin nada, ya prontos para comenzar pero no veíamos a nuestros compañeros salir para calentar, los goleros, nada. Veíamos rara a la gente a través de nuestras cámaras, no escuchábamos nada porque no se escucha desde ahí adentro, «algo pasó» nos decíamos. Decidimos salir de la cabina faltando menos de 30 minutos para el comienzo del partido, y ahí nos informaron de lo que había pasado. Nos dimos cuenta que se había complicado cuando llegó el comentario que había un jugador lastimado.
Luego se decidió postergarlo un par de horas en dos ocasiones, y nosotros precisabamos mantener la concentración por si se jugaba. Al final del día, al tercer cambio de hora, fue la decisión de no jugarlo en esa jornada. Yo había conseguido WiFi para escribirnos con Andrés Cunha que estaba en zona de vestuarios y nosotros en la cabina…
Porque a todo esto uds. aún no se habían encontrado personalmente…
-No nos habíamos encontrado, había que atravesar el campo de juego por la mitad con las 70.000 personas que estaban que el partido se juegue. Una vez que Cunha se entera que el partido se suspende, nos avisa. Ahí teníamos dos opciones: quedarnos en la cabina horas y más horas o irse en ese mismo momento, era «ya». Entonces decidimos agarrar nuestras pertenencias y empezar a cruzar el campo de juego. La gente aún no sabía que se suspendía… y cuando ven que los árbitros del VAR que se están yendo, empiezan a darse cuenta que algo había pasado. Vamos llegando a la mitad de la cancha y por los altoparlantes anuncian que el partido se suspendía, no te puedo explicar cómo estaba el ambiente. Fue el abucheo más grande que he recibido y que he escuchado, lo cuento y lo escucho, fue terrible.
Y uds. ahí, expuestos. Eterno.
-Atravesando el campo de juego… eterno, eterno. La gente estaba muy nerviosa. Llegamos a las 14:00 hrs al estadio y finalmente salimos del vestuario a las 22:30 hrs.
Un desgaste mental importante, un sin fin de sensaciones.
-Impresionante, un montón de sensaciones. Por un lado sentías lástima por no jugarse, pero también lo analizabas y no se podía jugar.
Les toca quedarse porque en teoría se jugaba al otro día, pero no se juega y ya retornan a Uruguay el mismo día?
-Sí, el domingo nos aprontamos pero decidimos ir un poco más tarde al estadio. Cuando estábamos tomando el último café, nos comunican que no se juega y ya hacemos los trámites para cambiar la fecha. Los pasajes que teníamos para el lunes a última hora, los cambiamos. Queríamos estar con nuestras familias, habían estado nerviosas con todo lo que había pasado, así que queríamos volver y estar con ellas. Por ellas y por nosotros. Así que en la tarde del domingo ya estábamos viajando a Montevideo.
Y ahora sí, ahora la otra cara. Final fijada, Madrid, Bernabéu, la terna designada continúa. ¿Y ahí que decís?
-Bueno, cuando llegamos de Bs. As. ya se manejaban diferentes propuestas de donde jugarlo. Eran varias, y por allá se sumó la posibilidad del Bernabéu. Pero la veíamos difícil, pero esperábamos que también se confirmara la designación de la terna. Y después se confirmó que iba a ser en el estadio Santiago Bernabéu… increíble, que la final de la Libertadores fuera un River – Boca, viajar a Madrid, al mismísimo Bernabéu, ni el mejor escritor podría hacer una novela así. Fue increíble.
Y ya empezar a disfrutarlo de alguna manera.
-Sí, sin perder de vista a lo que íbamos, porque a veces tenés alguna hora libre para salir a disfrutar. El miércoles ya estábamos allá, el partido estaba fijado para el domingo, había una camioneta destinada a los árbitros y nos permitía recorrer y conocer, pero a la vez también entrenar todas las noches. Íbamos a la hora que se iba a jugar el partido, 20:30 hrs de allá, con temperaturas muy bajas, había que adaptarse al clima y a lo que los compañeros iban a vivir en cancha, también entrenar en la cabina, entrenar todo.
Se puede decir que el VAR llegó para quedarse.
-Sí, sí. Por ejemplo, en España en su liga comenzó a utilizarse desde la fecha 1 y tienen unas salas tecnológicas, salas VOR, de primer nivel.
Supongo que por la propia realidad de los países, cuando llegan a España se encuentran con una infraestructura mayor.
-Exacto, allá en el Comité de Arbitraje de España está a cargo del instructor FIFA Carlos Velazco. Es una inminencia mundialmente, es uno de los mejores del mundo. Convivir con él, verlo cada día, hicimos un curso intensivo de árbitro VAR, de árbitro cancha, con una simplicidad increíble para decir las cosas que a veces a nosotros nos son más complejas. Fuimos unos privilegiados, fue un placer, estar tomando un café con Velazco mientras nos sugería y compartía opiniones de arbitraje, cómo trabajar en cabina, entre otras cosas. Fue algo espectacular.
Es casi un doctorado lo que hicieron.
-Carlos Velazco es el que da las indicaciones a los mejores árbitros del mundo, en la Champions, en todos lados. Nosotros en setiembre hicimos el curso para se árbitro VAR en Conmebol y ya en diciembre poder tener esta experiencia con él… fue espectacular. De las vivencias más lindas de este viaje.
Y ya en el partido en sí, por lo menos lo que se vio a través de la televisación fue un ambiente acorde a lo que es una final de un torneo importante a nivel internacional.
-Exacto, se veía y se vivía en la ciudad un ambiente de partido que no parecía que era de Sudamérica, nos decían allá, que parecía un partido de Copa del Mundo. Hasta que comenzó el partido, donde ya los jugadores dejaban claro que era una final entre River y Boca. Y eso es lo lindo, se vivió un clima de paz, donde se veía gente con camisetas de River y Boca juntos, nosotros podíamos salir a la calle y no había problemas aunque fuéramos identificados como árbitros, la verdad es que se vivió un ambiente de mucho disfrute. Se sumó que era feriado y estaba lleno de turistas.
Otra cosa es que quizá uds. no tuvieron que hacer ese esfuerzo para mantenerse dentro de una burbuja que sí tuvieron que hacer en Bs As en la previa, no?
-Exacto, exacto. Pudimos salir a caminar tranquilos, si alguien nos identificaba no había problemas, se vivió de una forma más tranquila y era otro el clima que había en Bs As, donde había mucha ansiedad. En España, en la previa, parecía que todos ya estaban felices por estar allí. Se disfrutó sin perder de vista lo que fuimos a hacer: arbitrar la final de la Copa Libertadores.
Que de hecho salió de buena manera.
-Tuvimos una devolución muy buena, como siempre con detalles para mejorar, pero en un partido con estas características es imposible que no haya jugadas polémicas. Pero la autocrítica entre nosotros y la devolución que tuvimos fue muy buena. Lo que hicimos bien, lo que hicimos mal, los puntos que debemos mejorar, la forma de comunicarnos entre nosotros que es clave, qué le hubiera gustado que le diga un árbitro VAR a sus compañeros. Quedamos conformes con la actuación de los siete.
Clásicos uruguayos, partidos internacionales de clubes y de selecciones, final de Libertadores… y ahora, cuál es el próximo desafío?
-Y ahora ya estamos pensando en lo próximo, a nivel internacional está el Sudamericano Sub 20, ahora en enero precisamos viajar a Paraguay para hacer la prueba física, después en el año se viene la Copa América en Brasil, existe la posibilidad de ser parte de la terna en el VAR del Mundial de fútbol femenino.
¿Y Qatar? No falta tanto…
-Ojalá, hay posibilidades y ojalá podamos estar. En el último Mundial, en Rusia, hubo 5 ternas de Sudamérica. 5 de 10 países que componen la Confederación, es muchísimo a nivel mundial, la mitad de los países tenían árbitros en la competencia, lo cual también habla del nivel de arbitraje que tenemos acá.
Después de todo esto, ¿te acordás cuando dijiste «hoy hago mi primer partido»? ¿Cuál fue el primer partido que arbitraste en tu carrera?
-Mi primer partido fue una Sub 14 entre Rampla y Danubio en el Parque Bossio, ese fue mi primer partido y no lo olvidas más. Como tampoco te olvidas mas de tu debut en primera división, fue Miramar Misiones – El Tanque Sisley, como tampoco te olvidas del debut en la Copa Sudamericana que fue Sol de América – Jorge Wilstermann, como es imposible olvidarse del primer partido en Copa Libertadores que fue el día de mi cumpleaños en Porto Alegre, Gremio – Iquique de Chile. Son fechas y partidos imborrables. El primer partido por Eliminatorias, Colombia ante Venezuela en el mismísimo Barranquilla… fue algo espectacular y no te olvidas más.
De ahí en más muchos partidos y viajes. Y San José siempre presente.
-Sin dudas, es mi casa. Incluso los árbitros utilizan tarjetas con sus nombres y su procedencia; por ejemplo, los argentinos llevan el nombre y abajo dice «Argentina» y así el resto de los árbitros. Mis compañeros usan tarjetas donde dice «Uruguay». Bueno, hice las tratativas para que las mías pudieran llevar el nombre de mi lugar, así que mis tarjetas además de mi nombre dicen «San José – Uruguay». Es mi lugar en el mundo.
Por último, en casa: ¿Esteban Ostojich arbitra o es arbitrado?
–(Risas) La verdad es que en casa encuentro mi fortaleza. Te diría que a veces preciso dialogar mucho más que en la cancha. Tengo a mi amor, a Mariana, que es quien me escucha, quien me aguanta, es mucho más que una compañera, es amiga, la que me acompaña en todas las horas, porque el arbitraje conlleva tener muchas responsabilidades, a estar ausente, a ser riguroso con el entrenamiento silencioso con los hábitos de la comida, del descanso, de la concentración, etc. Te diría que no podés ser árbitro si no tenés ese apoyo incondicional que tengo yo. Y por supuesto, en casa acato órdenes.
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