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El Mundial de las reivindicaciones

El equipo femenino de Estados Unidos se llevó el máximo galardón del torneo de selecciones del mundo, pero en realidad ha ganado el fútbol en su totalidad.

La Copa del Mundo disputada en Francia sirvió para fortalecer el fútbol femenino y, en consecuencia, el fútbol en su globalidad. Es que, más allá de la competencia dentro de los campos de juego, las atletas tuvieron un motivo de lucha en común: la equidad dentro del deporte más popular del planeta.

Para sintetizarlo, nada mejor que el caso de la capitana que representa a las campeonas del mundo, Megane Rapinoe, coronado a Estados Unidos por cuarta vez.

Rapinoe ha usado sus redes sociales para abogar por una serie de problemas, incluidos los derechos LGBTQ y la igualdad salarial, y contra el exceso del uso de la violencia de la policía local. En 2016, la capitana comenzó a arrodillarse durante el himno nacional en solidaridad con la protesta del mariscal de campo de los 49ers de San Francisco, Colin Kaepernick, contra la brutalidad policial.

«He elegido arrodillarme porque simplemente no puedo soportar el tipo de opresión que este país está permitiendo contra su propia gente», escribió en el Player Tribune. «He elegido arrodillarme porque, en palabras de Emma Lazarus, ‘hasta que todos seamos libres, ninguno de nosotros es libre'».

Poco después de que Rapinoe comenzara su protesta en el campo, la Federación de Fútbol de los Estados Unidos cambió sus reglamentos respecto al himno, lo que obligó a sus atletas a ponerse de pie. La jugadora del seleccionado, desde ese entonces, normalmente observa el himno sin cantar y sin poner su mano en el corazón.

El éxito del equipo femenino de la selección norteamericana, que ocupa el primer lugar en el mundo según FIFA, también ha llamado la atención sobre la disparidad salarial entre jugadores masculinos y femeninos.

Según el ranking de la FIFA, el equipo masculino de EEUU ocupa actualmente el puesto 30 en el mundo, pero esos jugadores ganan más cuando pierden que las jugadoras del equipo femenino cuando ganan.

Las jugadoras ganan un salario base de U$S 3.600 por juego, mientras que los hombres ganan U$S 5.000. Las mujeres que juegan en el escenario mundial, como en la Copa Mundial, obtienen un bono de U$S 15.000; los jugadores de fútbol masculino ganan un bono de U$S 55.000.

En 2015, la Federación de Fútbol de los Estados Unidos otorgó al equipo femenino U$S 1.7 millones por ganar la Copa del Mundo. Un año antes, la federación otorgó a la selección masculina un bono de U$S 5.4 millones por perder en la ronda de 16 en la Copa del Mundo 2014.

Y no es que el equipo femenino no le esté haciendo ganar dinero a la Federación de Fútbol de los Estados Unidos; las cifras del presupuesto de 2015 mostraron un aumento de U$S 23 millones en los ingresos atribuidos a la victoria de la Copa Mundial y la gira de la victoria del equipo femenino, más de lo que aportó el equipo masculino durante ese período.

Así pasó el Mundial de las reivindicaciones, con la norteamericana Rapinoe y la brasileña Marta, entre otras, como abanderadas de la lucha por la equidad. Incluso se dio un hecho muy particular, todas las tribunas en todos los estadios con un solo cántico: «Equal Pay», que quiere decir ‘Igualdad de Salarios’.

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