domingo, noviembre 24San José, Uruguay
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«Estoy muy feliz de haber jugado en Río Negro»

Servando Vecino ganó los títulos de Liga Mayor en los años 1998 y 1999

De la mano de la invitación de Martín Taborda llegó el «Cara» Vecino a Río Negro a fines de la década del 90, donde obtuvo dos torneos locales, jugando hasta el año 2000 en la institución cebrita. 

¿Cómo llegaste al fútbol de San José?

“Todo lo que viví en Río Negro fue positivo, yo al momento de llegar ya había dejado el fútbol, y quien me arrima es Martín Taborda. Cuando estábamos jugando juntos en Chile él estaba muy arraigado al club y siempre estaba comentando del cuadro de su pueblo, después cada uno siguió su camino y muchos años después nos volvimos a encontrar, a la semana volvió a mi casa para invitarme a sumarme al plantel que él iba a dirigir. Yo creía que ya no estaba para jugar, pero convenció primero a mi señora y después a mí con la promesa de un primer entrenamiento para probar si me sentía bien, llegué y me encontré con un gran recibimiento como si me conocieran de toda la vida. Me impactó ese primer contacto, quedé relacionado con todos en seguida y me quedé. Lo que más destaco es la amistad que se formó con todos, los de experiencia y los más jóvenes, que perdura hasta hoy en día. Yo sabía que en San José se jugaba bien al fútbol, mejor que en otros departamentos, menos friccionado. Llegué y a los quince días ya estaba jugando, como si hubiera estado toda la vida ahí, no me costó nada la adaptación”.

¿Cómo fue la experiencia en lo deportivo?

“Teníamos una mezcla muy linda de jugadores de experiencia y chiquilines, todos de muy buena calidad, ganamos los años 1998 y 1999 – finales con Central primero y San Lorenzo después –  pero perdimos el 2000 que me dio mucha lástima porque era una década de corrido consiguiendo títulos si lo lográbamos. Si se perdía un partido el vestuario era un velorio, esas cosas pasan en los equipos comprometidos y ganadores, todos los muchachos sentían la camiseta. Éramos un equipo sólido, muchos llevaban mucho tiempo jugando juntos, acostumbrados a ganar. La sede era nuestra casa, estábamos mucho tiempo allí conversando o jugando a las cartas, hoy en día con el apuro en que se vive es muy difícil de encontrar. Yo incluso varias veces perdí el último ómnibus para volver a Montevideo por esas tertulias con los compañeros. Había enorme compromiso para entrenar, nadie estaba apurado para irse, todos se quedaban una hora más si era necesario para mejorar. La felicidad era llegar a la cancha, prepararse, pensar en ganar. Los rivales jugaban a muerte con nosotros, daban mucho más de lo normal, pero nosotros teníamos enorme calidad y por eso nos iba generalmente bien. Lo único que existía en la cabeza nuestra era la gloria, esa fue la principal motivación para ir, en lo personal me tocó hacer goles y siempre sentí el respaldo de todos. El último año me enfermé de la cintura y no pude redondear un buen año, y es el que termina siendo campeón River Plate. Me llamaron más de una vez de otros equipos de San José, yo agradecí siempre pero en el único lugar que jugaba era en Río Negro”.

¿Qué te dejó el pasaje por Río Negro?

“La amistad quedó para siempre, con los integrantes del plantel, los allegados y el club en sí. El agradecimiento es eterno por todo lo que me hicieron vivir, y lo que vivo cada vez que voy a la ciudad de San José. El vínculo era muy fuerte y me encantaba vestir la camiseta cebrita, fue una hermosa experiencia”.

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