Estrella del seleccionado francés, no escatima en demostraciones de cariño cuando se trata de Uruguay. Esta vez no es distinto.
Considerado uno de los mejores delanteros del mundo, figura en la selección gala para la obtención de la última Copa del Mundo, es también el mismo que palpita el fútbol como un uruguayo. El mismo que se emociona, que canta y que se conmueve a la par de quienes han nacido en ese rinconcito del mundo al oriente de un río.
¿Cómo podría ser el festejo de cualquier mortal al convertir un gol en Cuartos de final de un campeonato mundial? Al menos eufórico. Menos para Griezmann que le tocó marcar ante la Celeste, la selección que él también hubiera querido defender algún día. Ese día, luego de mil demostraciones de cariño hacia el fútbol charrúa y su gente, dejó claro al quedar estático y mirar las tribunas como quien pide perdón.
Francia y Uruguay se vuelven a encontrar, esta vez en un encuentro amistoso a jugarse en París. Para muestra de cómo lo vive, basta con los zapatos: llevará la bandera y el contorno del mapa de Uruguay junto a un mate.
Ese es el jugador estrella de la mejor selección del último Mundial que recorre el mundo hablando de las virtudes del asado y el dulce de leche, el que no consigue andar si mate y termo debajo del brazo.
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